Llevo un tiempo dedicado a un proyecto ilusionante y difícil. Tengo que escribir una biografía juvenil de Juan Pablo II. Además, en primera persona. He de meterme en su piel, en su mente. Lo que más me ha llamado la atención durante la documentación es el cúmulo de contrariedades, desgracias, muertes, destrucción que sus ojos verán al principio de su vida y mucho después. La muerte de su madre, la de su hermano y su padre, la guerra, el holocausto, la falta de libertad. Si alguien sobrevive a todo esto con una sonrisa en la cara, debe ser una persona maravillosa, increible, que merece la pena. Ha superado lo que alguno de nosotros no soportaríamos, ni siquiera una parte. Creo que las grandes personalidades del mundo tienen ese toque de dolor superado en mitad o al principio de su camino. Si no, comprobadlo.
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