lunes, 29 de octubre de 2012

David y el monstruo pierden el tesoro. José María Plaza

Ed. S.M. Año 2002. Primeros lectores. Es una "continuación" de David y el monstruo que no sabía jugar. El pequeño se encuentra en casa aburrido hasta que aparece el monstruo con un saco en la espalda. Lo bueno de estos libros es que no hay que explicar nada. El Monstruo llama a la puerta y ya está. ¿Qué hay en el saco? Pues un tesoro, lo más normal. David se alegra, peor después se da cuenta de que aquello sirve para poco. Será una historia al revés. Tengo un tesoro y acabaré escondiéndolo para hacer el mapa. Creo que es un buen libro. Lo que más me ha gustado es la reflexión sobre la utilidad del tesoro. No sirve para comérselo, ni para jugar, ni para comprar una casa, pues ya le gusta la suya...

miércoles, 24 de octubre de 2012

Dioses, tumbas y sabios, C.W. Ceram

No os digo una editorial concreta, pues yo me lo estoy leyendo, con mucha suerte, en una edición antigua. Es uno de esos libros que tiene su olor a páginas húmedas por el paso del tiempo. Es más. la primera edición es de 1949. Aquí, el autor hace un repaso a los grandes descubrimientos arqueológicos, desde Troya, Egipto hasta Grecia. Se puede pensar que las teorías están desfasadas ya sí sucede en algún caso, sobre todo por los nuevos descubrimientos. Sin embargo, lo veo imprescindible para todo el que quiera despertar el interés sobre la historia y la arqueología en los jóvenes. El lenguaje es muy sencillo y ameno. Me está gustando y de ahí que lo reseñe incluso antes de acabarlo. También se puede tomar como una lectura parte por parte. No se trata de leer todo el libro. Un día te interesa Troya, otro cómo se descifraron los jeroglíficos. En fin, muy recomendable.

miércoles, 17 de octubre de 2012

Gladiador. La lucha por la libertad.

Simon Scarrow Ed. Edhasa. Resumen: El destino de Marco, un joven romano hijo de un veterano centurión, está marcado por un oscuro pasado del que apenas conoce las claves. Cuando su familia cae en las garras de un prestamista sin escrúpulos y éste asesina a su padre, empieza para él un azaroso recorrido como esclavo que le llevará hasta Halicarnaso, a una granja en el Peloponeso y, finalmente, a convertirse en un gladiador destinado a morir para distraer a los ciudadanos de Roma. Sin embargo, será precisamente en el pasado de su familia donde deberá buscar las claves que le permitan huir de una muerte segura. Con el incomparable talento para la creación de tramas absorbentes y el relato de acciones emocionantes, Simon Scarrow ofrece en El joven gladiador una espléndida historia que, al mismo tiempo, traza una imagen acabada y fiel de lo dura que podía llegar a ser la vida en el siglo I a.C.
Al final te quedas con ganas de seguir, pues no sabía que se trataba de una saga. Habrá que esperar al segundo. Justo en las últimas páginas esperas descubrir por fin el secreto. Aún así, una vez que ya estáis advertidos, os aconsejo la lectura de este libro "histórico". Lo pongo entre comillas por la mezcla de personajes reales y ficticios, aunque me encanta cómo se recrean en estas páginas la vida de los gladiadores y su entrenamiento  así como la forma de ser de los esclavos y libres en esta época. Alguno puede comparar su vida actual con la de aquellos personajes.

lunes, 15 de octubre de 2012

Tercer capítulo de primeros capítulos y último


          Os dejo el tercer capítulo, aquí podéis leer el segundo y el primero. Creo que un buen día publicaré alguna novela por capítulos en el blog. Porque sí. Sin otro motivo que darme esa alegría. ¿Por qué debemos estar siempre a merced de las editoriales?
 
3 Esto se acabó 

Raspi salió a la calle con un color rojo intenso en sus mejillas. Vio a lo lejos a alguno de sus amigos, pero se hizo el tonto y miró hacia otra parte de inmediato. No tenía un destino seguro y aún quedaban tres horas para la cita. Anduvo por la ciudad hasta que llegó a un parque que tenía al fondo un pequeño lago. Hacía algo más de fresco y se sentó en un banco. Se quedó contemplando a los niños que jugaban sin preocupaciones. Le asaltaron sus recuerdos más felices. Pero había pasado mucho tiempo. La campana de un reloj dio dos toques. Se apresuró a volver al instituto, se había alejado bastante. 

En la puerta se encontró a su madre. También su rostro estaba marcado por el calor y el cansancio. Parecía que en unos meses se le habían escapado unos cuantos años. Raspi pensó que incluso ahora era más baja. Estaba doblada por las circunstancias.


-          ¿Qué pasa?

-          No sé, serán las notas.

-          A ver.

 El joven le acercó el papel arrugado y sudoroso. Ella lo desplegó con las manos temblorosas. Su labio lo dijo todo. Después, le soltó un guantazo, el primero que recibió en su vida.

 -          Esto se acabó.
 
Le cogió del brazo y entró con él en dirección a su aula. Allí esperaba el tutor. Con un gesto les pidió que se sentaran. Luego comenzó a hablar muy despacio. Raspi no se enteró de nada. Apretaba los dientes con fuerza e intentaba borrar de su cara el golpe de su madre.

 

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El recuerdo de aquel tortazo le hizo desfallecer de nuevo. Tenía las piernas cargadas, como aquel día que decidió correr diez kilómetros por una estúpida apuesta. Se quitó un guante y buscó con un gran esfuerzo en su bolsillo. Los dedos no le respondían y parecían una masa uniforme de más nieve. Como si no fueran suyos. Palpó la caja de cerillas. Estaba seguro de que las había cogido. Por un segundo, notó el fuego en su interior. Tenía que recoger ramas, pero en el suelo no veía ni una. Si tuviera allí el hacha de su abuelo. Buscó con la mirada algún árbol más pequeño. Un pino muy endeble le ofrecía sus escasas carnes a pocos metros. Se acercó con fuerzas renovadas. La idea de hacer una fogata le reconfortaba.

 
Le dio una patada al arbolillo y lo primero que cedió fue la nieve helada. Se le pintó la bota de blanco. La sacudió y siguió con sus porrazos. El dolor no le impidió continuar. Por fin, se dobló lo suficiente como para subirse encima. Los dos se pegaron un golpe tremendo, uno encima del otro. Al menos vio que estaba prácticamente seco, aquello servía más para sus propósitos.

miércoles, 10 de octubre de 2012

El señor de las aguas. Miguel Luis Sancho.

Ediciones Palabra. Colección La mochila de Astor. Año 2012. De 12 años en adelante.
Nueva novela del escritor Miguel Luis Sancho. Os dejo la reseña que hice para Libros Juveniles.

La narrativa de Miguel Luis Sancho siempre se mueve en lo legendario, en ese terreno ambiguo e impreciso donde la realidad y la ficción se funden de manera fecunda, como si fueran las aguas dulces y saladas de una marisma. El resultado es una obra literaria misteriosa y sugerente, que atrapa al lector desde las primeras páginas.
La obra arranca cuando Marco, un joven de quince años, descubre unas luces extrañas que brillan en el mar, mientras pasea por la playa. Casi al mismo tiempo, un barco de contrabandistas se detiene en mitad de la bahía, realizando maniobras sospechosas. Al día siguiente, conoce en el instituto a Diana, una chica que acaba de llegar al pueblo. Se trata de la hija de una escritora, que vive en la casa del faro. Sin embargo, muy pronto, alguien quiere echar del pueblo a las recién llegadas y hará todo lo posible para conseguirlo.  Marco - junto a la fantasmal presencia de un viejo marino-  intentarán impedirlo.
La novela de Miguel Luis Sancho está ambientada  en las míticas costas gallegas. Sus amplias playas y sus escarpados acantilados se convierten en un escenario ideal para una narración de misterio y aventuras. No obstante, el autor no se detiene ahí, en el mero paisaje, sino que mezcla este escenario con la denuncia contra la lacra del narcotráfico.
Lo mejor del libro, sin duda, es su estructura. El autor utiliza una trama en paralelo, que conduce la acción de forma trepidante hasta un final inesperado, lleno de  acción y de fantasía. En cuanto a los personajes, todos están bien caracterizados, tanto externa como interiormente, consiguiendo de esta forma que la novela sea más verosímil y creíble. Cabe destacar el enigmático “Señor de las Aguas”, que recorre las páginas de la obra siempre envuelto en un halo de misterio.
En definitiva, una  novela  sorprendente, llena de intriga y escrita con un estilo cuidado, que no defraudará  al lector juvenil.

miércoles, 3 de octubre de 2012

Segundo capítulo de primeros capítulos


Os dejo el segundo capítulo, pues alguno me lo habéis pedido. El primero lo podéis leer aquí.
2 Las últimas notas

            Raspi seguía tumbado sobre la nieve helada y recordaba el calor de aquel día de verano no había ido ni una sola vez a la piscina. Todo el tiempo lo había pasado delante de un libro, intentando evadirse para evitar el aburrimiento. El resumen era muy sencillo: sudor, malas caras y horas perdidas. Sus amigos desistieron de llamarle tras la primera semana de las vacaciones. Aquella vez el castigo iba en serio. El ordenador no tenía teclado y el móvil estaba sin saldo.

- No puedo mantenerte a la sopa boba –decía una y otra vez su madre-. Es tu última oportunidad, si no estudias, a trabajar.

Desde que su padre se había ido de casa, tras los gritos acostumbrados, el silencio más horrible se adueñó de la casa. Por eso había decidido abandonar. ¿Para qué iba a esforzarse? Durante años, se había dedicado a quitarse de en medio, a no ser un problema añadido. Estudiaba, ayudaba en casa, tenía su habitación para enmarcar. Sin embargo, no sirvió para nada. Su padre ya no estaba y él deseaba seguir sus pasos, pues su madre lloraba continuamente. Se quejaba a cada instante. ¿Pero acaso ellos habían hecho algo para que no sucediera aquello?

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El joven intentó continuar con su caminata. Se abrazó al ancho tronco del abeto y sintió la rugosidad de su corteza en el único trozo de cara que asomaba tras el buzo de lana. El frío le llegaba hasta el corazón y este latía muy despacio.

Se incorporó. Movió todos los músculos de su cuerpo para desentumecerse. Se frotó las orejas. El dolor acabaría por despertarlo. Continuó con su marcha infernal. Ahora empezaba lo peor, la ascensión hasta el paso del Rebollal.

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Aunque aquel cinco de septiembre fue un día horrible, no le hubiera importado sentir aquel calor sofocante. Sobre todo el que quemó su cara cuando se sentó frente a su tutor. Aquel hombre alto, canoso y tranquilo estaba realmente decepcionado, pues las notas que le entregó eran las mismas que en junio. No había recuperado ni una asignatura.

- Tendré que hablar con tus padres.
- Será con mi madre.
- ¿Y eso?
- Mi padre se fue.

El profesor llevaba muchos años en aquel trabajo, aún así arrugó el ceño y de sus ojos se escapó el brillo de la compasión. Se puso en pie para tranquilizarse. A pesar del calor, vestía con unos pantalones azules y una camisa impecablemente planchada de manga larga. Se tocó el pelo espeso y blanco de su cabeza y comenzó a pasear de un lado a otro, con pequeños recorridos.

- Llama a tu madre, haz el favor –dijo con voz suave.
- No tengo saldo en el móvil.
- Pues dime el número.

Concertaron una cita para el mediodía, cuando la madre de Raspi hubiera acabado de trabajar. Cuando colgó, el tutor estaba arrepentido. Muy mala hora con calor y hambre, pero no había más posibilidades.

- Quédate por aquí esperando. Quiero que estés tú también – dijo a Raspi con aquella voz que mandaba sin mandar.

El chico abandonó la clase, aquel lugar donde había pasado la mayor parte de su tiempo en el último año. Aún quedaban algunos posters pegados en las paredes con miles de grapas. En la pizarra había un aviso escrito con una caligrafía perfecta:

“Los alumnos que hayan aprobado todo el curso, deberán ir a secretaría para abonar las tasas de solicitud del título de secundaria”

Aquello no iba con él. Había pasado de unas notas aceptables a cero total en solo cinco meses. Se rascó al cabeza. A pesar de que se había cortado el pelo más que nunca en señal también de protesta, las gotas de sudor corrían por allí como manantiales, hasta llegar a la punta de su nariz.

- Yo me voy –se dijo a sí mismo mientras pasaba a toda velocidad por el largo pasillo del instituto.