Aquí encontrarás reseñas de libros juveniles e infantiles y algunas noticias sobre mis propios libros.
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jueves, 4 de febrero de 2016
www.megustaleer.com
Os dejo un video hecho por a página web megustaleer.com que da en el clavo. Eso es leer. Pincha aquí para verlo.
lunes, 2 de marzo de 2015
Rastro de Dios. Monserrat del Amo

Aquí puedes escuchar el primer cuento de Rastro de Dios, tres historias protagonizadas por ángeles. En la primera veremos a Rastro de Dios, un ángel torpón pero con una misión muy importante que cumplir. La segunda nos sitúa en la Edad Media, con un ángel protector de los caminantes. Por último, un ángel moderno que aterriza en la Tierra en Navidad y recuerda el verdadero sentido de esas fechas. Historias de amor, aventura y amistad escritas con una exquisita forma literaria.
No tuve la suerte de conocerla, pero solo se oyen noticias buenas de ella. Fue pionera en la literatura Infantil y Juvenil y me imagino que gran persona, quizás lo más importante.
En el blog encontraréis también una reseña de su libro Álvaro a su aire.
miércoles, 14 de enero de 2015
Cómo escribí La cueva de los Doblones.
Os dejo un presentación (hecha por encargo) que he hecho para un curso de profesores. Así me lo han pedido. En él explico a grandes rasgos la historia creativa de La cueva de los Doblones, uno de mis libros preferidos. El cómo se hizo. Creo que os puede interesar. Pincha aquí. Os dejaré algunos documentos más de este curso impartido por mí, que también os gustarán.
lunes, 12 de enero de 2015
Taller de literatura Perkeo
Regreso por aquí después de un tiempo sin tiempo, esa ha sido la realidad. Ahora lo hago no con críticas de libros o con alguna noticia sobre los míos. Esta vez hablaré de lo que hacen mis alumnos. Hoy en día, pocos pensará que es posible reunir una mediodía a la semana a unos cuantos adolescentes para hablar de libros o mejor aún, para leer sus escritos, poesías, relatos cortos o lo que quieran crear. Después los comentamos y publicamos en nuestra nueva revista digital Perkeo. Antes iba en papel, pero ahora puede llegar a más gente. Un avance.
Os dejo el vínculo, pues seguro que os gustan los escritos. Hay madera de calidad.
Perkeo
Os dejo el vínculo, pues seguro que os gustan los escritos. Hay madera de calidad.
Perkeo
martes, 3 de junio de 2014
Presentación del libro Un bosque para ti sola
El martes 10 de junio presentaré el libro Un bosque para ti sola a las 19:00 en Vallecas. Lo haré junto con otro escritor, Enrique f. Sicilia que presenta La batalla de Sekigahara, 1600 de la editorial HRM ediciones. Es sobre armas de fuego y apogeo de los samuráis. Un libro histórico muy bien documentado.
Esa tarde recordaré con la alegría la presentación que hice de mi primera novela, El pozo de los mil truenos. Será un regreso al pasado muy deseado. Por eso os dejo la portada en esta entrada.
Os espero para saludaros.
Esa tarde recordaré con la alegría la presentación que hice de mi primera novela, El pozo de los mil truenos. Será un regreso al pasado muy deseado. Por eso os dejo la portada en esta entrada.
Os espero para saludaros.
domingo, 6 de abril de 2014
Portada de Un bosque para ti sola.

Es una nueva colección de la editorial Palabra, Astor Nova, con otros buenos títulos. Para lectores de 14 años.
Si pincháis aquí encontráis el primer capítulo, para abrir el fuego.
lunes, 13 de enero de 2014
Buenísima noticia
No podía empezar mejor el año 2014. La editorial Palabra me ha confirmado la edición y publicación de un manuscrito al que tengo mucho aprecio, Un bosque para ti sola. Ya os he hablado de él y creo que os puede gustar mucho. Es diferente a lo que he escrito, con un tono realista sin llegar a lo dramático, huyo de ello y puedo afirmar que lo he conseguido, se narra la historia de una niña que sufre un accidente. Su vida en la silla de ruedas supondrá sobre todo una lucha consigo misma. Así resumido pierde mucho. Ya os avisaré cuando salga el libro para que no os perdáis un título que me gustó mucho escribir. Aquí está el primer capítulo. Aviso: hay algo de romántico. Los espacios son Madrid y Bueu (Pontevedra).
domingo, 10 de noviembre de 2013
El cazador de la muerte negra
Este es el título de un nueva novela que empecé hace un tiempo. Parece que va hacia delante, que ha cobrado vida aún en las circunstancias en las que se desarrolla la acción. Estamos en pleno estallido de la peste negra, en 1348. Hay dos historias, una en el pasado y otra 14 años después. Al final, se unirán y el presente del protagonista se entenderá a la luz de los hechos anteriores. Os dejo el primer capítulo.
O freció su
mano descubierta al jinete. Este la apretó, como era costumbre en aquella zona.
Después, se dirigió hacia la casa con su caballo del ramal. No le habían
ofrecido comida, ni para él ni para su caballo. Tendría que compartir con él
algunas hierbas duras pero sustanciosas. Engañaría al gusano que continuamente
le apretaba en el estómago ayudado por el jugo áspero y el ejercicio
interminable de las mandíbulas.
1
Año 1361 abril, muy cerca de Burgos
Un jinete embozado recorría muy
despacio el bosque nevado, tanto como se lo permitía la profundidad del manto
blanco. Una capucha marrón le protegía la cabeza y la cara. Apenas sus ojos
oscuros le asomaban lo suficiente para ver el camino resplandeciente a causa de
los escasos rayos de sol. Le hacían daño y sabía por experiencia que le podían
ocasionar quemaduras. Aún así, continuaba su viaje hacia Burgos. No sabía muy
bien la fecha, pero por aproximación, debía haber comenzado abril. El tiempo
estaba loco. Los últimos años desde 1340 más o menos había llovido, nevado y
helado como nunca. Al menos eso decían los hombres que conseguían llegar a los
cuarenta. El hambre se había instalado en todas partes y los campos apenas
tenían unas pocas espigas de trigo. Las semillas se habían anegado o podrido
con el agua. Él comía los frutos y las hierbas que encontraba en el campo.
Sabía reconocer las hierbas silvestres, las raíces más tiernas, las setas no
venenosas y todo aquello comestible que le rodeaba en cada estación. También
conocía los poderes curativos y algo de medicina.
En cada lugar se presentaba como
médico, juglar, mendigo o aprendiz de maestro de obras, según la conveniencia
de los habitantes. Llegaba, observaba y decidía. Cantaba, sanaba, construía,
enseñaba a contar…En sus alforjas portaba los instrumentos necesarios y algo de
comida húmeda y con moho. Por un lateral asomaba una especie de pico de madera
fina, pintado de color blanco. Tenía dos agujeros en el extremo más grueso,
cubiertos de una especie de cristal muy rudimentario de color rojo. Era una
máscara. Parecía un buhonero o incluso uno de esos locos que se azotaban por
las calles ante la nueva enfermedad. Su ropa no estaba muy limpia y se había
llenado de rotos a causa de los enganchones del camino. Llevaba demasiado
tiempo en marcha.
Pero solo él sabía lo que buscaba y
lo que pretendía. Iba más allá de lo normal. Se había convertido en cazador de
la muerte aunque siempre llegaba tarde. Esta vez notaba que no sería así. Lo
presentía y lo había soñado varias veces. Una plaga se aproximaba.
Un lobo aulló muy cerca de donde se
encontraba. Sintió debajo de sus piernas los músculos en tensión de la
cabalgadura. El caballo estiró las orejas y bufó con miedo. Por un momento se
detuvo, sin embargo, su dueño lo espoleó deprisa con los tacones. Siguió muy a
su pesar. Con toda probabilidad en su mente asomaría el último ataque de
aquellos lobos hambrientos a los que se notaba las costillas. Si hubieran tenido
más fuerza habrían acabado con los dos. Alguna de sus coces y la buena puntería
del hombre con las flechas los habían salvado. El animal agachó la cabeza y
notó al instante las correas que tiraban de su cuello. Su amo también tenía
memoria. Notaba sus movimientos medidos y lentos. Notó la mano en las crines.
Pretendía hacerle olvidar su instinto.
-
Giraremos un poco y así evitaremos a los
lobos. Con el viento a favor no nos olerán.
El jinete movió la brida para indicar
el nuevo camino. El animal se mostró obediente, se fiaba de él. El siguiente
aullido se oyó más lejos. Además, el bosque se había cerrado y los árboles
unían sus ramas húmedas en el cielo. Todo olía a podrido en los últimos
tiempos. Los líquenes y el musgo invadían los troncos hasta en el lado más
seco. Se deberían oír los cantos de los jilgueros, los colorines, los gritos de
las abubillas y sin embargo la primavera no había llegado. Nadie parecía feliz.
El hombre embozado bajó del caballo
y se quitó el arco que portaba en la espalda. Se ayudó de él para partir con
toda facilidad algunos pequeños troncos que se encontraba a su paso. Allí no
había camino y miró hacia el cielo en busca del sol. Se había alejado un poco
de su destino, pero más adelante rectificaría. Al menos ya no se oía a los
lobos.
Las pisadas del caballo y del
hombre embozado dejaban embarrada la nieve. De ambos surgía el vapor que
confirmaba la baja temperatura del día. Además, pronto llegaría la noche.
Debían apresurarse. El rodeo se estaba convirtiendo en una gran vuelta. El sol
bajaba muy deprisa. Por suerte, el bosque se despejaba a cada paso y enseguida
se atisbó a lo lejos un claro. El jinete utilizó un tronco del suelo para subir
de nuevo al caballo. Lo arreó con fuerza. Necesitaba llegar a Burgos cuanto
antes para buscar un alojamiento o al menos un lugar donde calentarse frente a
una buena hoguera.
-
Allí está la ciudad –dijo en voz alta.
El caballo no le entendió, pero
notó que la tensión se relajaba. A lo lejos asomaban algunas hileras de humo y
pequeños tejados de color negro. En medio, un enorme montón de piedras
ordenadas y relucientes se erigía por encima de todos una catedral nueva,
aunque no terminada, lucía con el color dorado del atardecer. ¿Se terminarían
algún día aquellas grandes edificaciones? Se preguntó el jinete. No tenían fin
y siempre se sumaban más y más mejoras. Sin duda, las tres catedrales que había
visto en su vida eran para él una muestra segura de que dios existía. Con los
medios de la época, los conocimientos y los inexpertos trabajadores que iban y
venían, se levantaban unas enormes paredes sujetas por arcos voladores y
cimientos exagerados. Ni siquiera había dinero suficiente para avanzar cada
mes.
Alcanzó las casas que rodeaban la
muralla de la ciudad cuando el sol buscaba su descanso. Nunca se acostumbraría
al hedor que acompañaba a aquellas familias que sobrevivían día a día. Se mezclaba
la pestilencia a verduras podridas, gallináceas secas, aguas sucias, algo de
estiércol de bueyes y cerdos y por supuesto el olor a hombres y mujeres que se
lavaban una vez al año. Ni siquiera el frío evitaba aquellos efluvios. Por un
momento, el cazador estuvo a punto de ponerse la máscara, pero sabía muy bien
el efecto que tendría entre aquella pobre gente.
El caballo chapoteaba sobre el
barrizal, pues la nieve desaparecía con rapidez de aquellas calles hediondas.
Él también tenía prisa por abandonar el lugar. Tanta, que pisó una gallina. Se
dio a la fuga cacareando y con una pata casi desprendida de su cuerpo redondo y
desplumado. El escándalo apenas inquietó a los habitantes, que miraron con
desgana al hombre que tenía cabalgadura. Sin duda, estaría muy por encima de
ellos y nadie se atrevería a pedirle explicaciones aunque hubiera matado con
saña a todos sus animales. Solo un niño siguió con atención los pasos del
jinete. El pico que sobresalía de las alforjas le dejó inmóvil. Había oído
algunas historias sobre el hombre pájaro que traía mal agüero. Un pescozón de
su padre lo despertó.
-
No seas insolente. Ese caballero podría
darse la vuelta y tomar justicia sobre ti por tu atrevimiento.
El chico no dijo nada. Salió
corriendo en busca de una carretilla, pues debía acarrear algo de paja para la
burra. Por la noche, recordaría la máscara en un sueño nervioso e intranquilo.
El hombre del caballo entró por la
puerta de la muralla cuando estaban a punto de cerrarla. Los dos soldados que
la custodiaban lo miraron con desgana. Uno de ellos golpeó el lomo del animal
para que se apresurara. Estaban a deseo de abandonar su puesto. No le
preguntaron nada y el jinete se dirigió enseguida hacia la catedral a través de
las estrechas calles. Allí el olor no mejoraba. Un pequeño reguero de color
marrón corría por mitad y exhalaba un vapor fétido al contacto con el aire frío.
-
Agua va –gritó una mujer desde una
ventana.
Poco faltó para que la suciedad lo
alcanzara de lleno. El caballo se notó salpicado y golpeó con fuerza en el
empedrado de la calle, sobre la nieve derretida. Los cascos resonaron a modo de
queja, como un vecino airado.
-
Tranquilo, tranquilo –le repitió su
dueño.
Pronto se abrió aquel pasadizo oscuro
a un espacio más amplio. Una plaza que rebosaba piedras, arena y enormes
maderos tenía al fondo la catedral. Aunque le edificio se veía terminado con
unas enormes puertas de madera talladas en relieve y sus cristaleras llenas de
polvo, se había iniciado una nueva obra de mejora. El jinete observó el
espectáculo durante un buen rato. Apenas había dos o tres personas que
seguramente se encargaban de cuidar los materiales. Las antorchas que colgaban
en las paredes se habían encendido y ayudaban a alumbrar el lugar junto con la
luz crepuscular de tonos rojizos. Nunca se acostumbraría a la maravilla que
suponían aquellas construcciones. Recordó su último trabajo en el tejado.
Aquellas finas esculturas y remates que no vería nadie, solo Dios.
Uno de los hombres se acercó a él
chapoteando con unas botas de piel de conejo sobre la pequeña capa de nieve que
aún quedaba. Llevaba un mandil de cuero y debajo un sayón marrón de tela basta
y gruesa. Al jinete le picó todo el cuerpo al ver aquella prenda tosca. Eso sí,
no tendría frío. De su boca salió el vapor nada más abrirla para hablar.
Aquella lengua castellana le pareció dura y a la vez fuerte, sin duda tenía más
energía que la suya. La entendía a la perfección, sobre todo por sus
conocimientos de latín.
-
¿Deseas algo, caballero? –dijo el
obrero.
El jinete quiso deshacer el
equívoco. Iba a caballo, pero no era noble. La montura la había adquirido como
pago por la cura de una grave enfermedad a un príncipe de escaso territorio. No
tenía ganas de explicaciones y abrevió su presentación con buenas maneras tras
desmontar.
-
Soy Mauro. Voy de aquí para allá
ofreciendo mi oficio donde pueda interesar. He aprendido de algunos maestros de
obras algunos trucos para construir. Esta es la cuarta catedral que veo y en la
que podría trabajar.
El hombre lo miró de arriba abajo
mientras paladeaba las palabras del extranjero con ese acento tan musical. El
rostro que apenas podía ver le pareció de fiar. Los ojos anunciaban sinceridad,
o eso pensó. Miró hacia una casa cercana. Estaba llena de polvo y apenas se
libraba el tejado. Aún así, su aspecto anunciaba cierto recogimiento.
-
Yo soy Aparicio, el maestro de obra.
Ahora no tenemos mucho trabajo en la catedral. Corren malos tiempos y el dinero
escasea, tanto como la comida o la primavera, que ni siquiera desea visitarnos.
Aún así, mañana probaremos tus cualidades. De momento te ofrezco que pases la
noche en la casa de obras. Está sucia, pero no encontrarás otra mejor a estas
horas. Sé bienvenido, extranjero.
lunes, 25 de febrero de 2013
Pequeña decepción
Cuando recibes la noticia de una nueva publicación, te alegras y piensas en cómo será la portada, qué tal quedarán las ilustraciones, la edición, qué tal le irá la vida a ese nuevo libro. Si todas estas expectativas son al revés, os podéis imaginar. El otro día recibí la noticia de que finalmente no se publicará, de momento, El clon de la felicidad. No sé, quizás otra editorial se anime. No tengo por lo tanto ilusiones a corto plazo. Son tiempos peores donde solo nos queda comprimirnos y escribir más y mejor. ¿No fue en días de crisis y grandes necesidades cuando surgieron las mejores obras, al menos en la literatura española? Hay que mirar con optimismo al futuro y poner toda la imaginación en el asador para crear novelas y difundirlas en esta sociedad de la imagen real, unívoca y fija, sobre todo fija.
martes, 12 de febrero de 2013
Noticias dispersas
Pues como dice el título de la entrada, noticias dispersas. Hay alguna reseña nueva de Quien vigila tus sueños. También ha salido en la revista Delibros del mes de febrero. Me ha dicho la editorial Brief que ha enviado el libro al certamen de premios de la CCEI. A ver si hay suerte y estamos en la lista de honor.
Por otra parte, estoy corrigiendo algunas novelas que andan por el cajón. A ver si comienzo a moverlas en las editoriales. Quizás estoy un poco desanimado con respecto a su futuro.
¿Alguien me quiere comprar los derechos de alguna? Así acabaremos los autores.
Lo que más deseo es poner mi cabeza en una nueva novela, eso sí es disfrutar. Aún no tengo una idea y menos todavía un guión. Necesito pensar.
Por otra parte, estoy corrigiendo algunas novelas que andan por el cajón. A ver si comienzo a moverlas en las editoriales. Quizás estoy un poco desanimado con respecto a su futuro.
¿Alguien me quiere comprar los derechos de alguna? Así acabaremos los autores.
Lo que más deseo es poner mi cabeza en una nueva novela, eso sí es disfrutar. Aún no tengo una idea y menos todavía un guión. Necesito pensar.
sábado, 3 de noviembre de 2012
Novedades de César Fernández García
Aún no he recibido los libros, pero espero que me gusten, como hasta ahora. Por eso, no voy a hacer la reseña, solo el anuncio de nuevos títulos de César Fernández García muy próximos. Algunos ya están en las librerías, otros a punto. Sí podéis conseguir Héctor y el colegio embrujado, para 10 años de la editorial Kattigara. Después saldrán El mensaje del mal (editorial Algar), 16 dioses y héroes mitológicos muy muy importantes (un bello álbum de la editorial Bruño) y por último La niebla que nos envuelve (Bruño). Es un autor que nunca defrauda, por lo menos a mí.
Os lo aconsejo.
Os lo aconsejo.
miércoles, 10 de octubre de 2012
El señor de las aguas. Miguel Luis Sancho.
Ediciones Palabra. Colección La mochila de Astor. Año 2012. De 12 años en adelante.
Nueva novela del escritor Miguel Luis Sancho. Os dejo la reseña que hice para Libros Juveniles.
La narrativa de Miguel Luis Sancho siempre se mueve en lo legendario, en ese terreno ambiguo e impreciso donde la realidad y la ficción se funden de manera fecunda, como si fueran las aguas dulces y saladas de una marisma. El resultado es una obra literaria misteriosa y sugerente, que atrapa al lector desde las primeras páginas.
Nueva novela del escritor Miguel Luis Sancho. Os dejo la reseña que hice para Libros Juveniles.
La narrativa de Miguel Luis Sancho siempre se mueve en lo legendario, en ese terreno ambiguo e impreciso donde la realidad y la ficción se funden de manera fecunda, como si fueran las aguas dulces y saladas de una marisma. El resultado es una obra literaria misteriosa y sugerente, que atrapa al lector desde las primeras páginas.
La obra arranca cuando Marco, un joven de quince años, descubre unas luces extrañas que brillan en el mar, mientras pasea por la playa. Casi al mismo tiempo, un barco de contrabandistas se detiene en mitad de la bahía, realizando maniobras sospechosas. Al día siguiente, conoce en el instituto a Diana, una chica que acaba de llegar al pueblo. Se trata de la hija de una escritora, que vive en la casa del faro. Sin embargo, muy pronto, alguien quiere echar del pueblo a las recién llegadas y hará todo lo posible para conseguirlo. Marco - junto a la fantasmal presencia de un viejo marino- intentarán impedirlo.
La novela de Miguel Luis Sancho está ambientada en las míticas costas gallegas. Sus amplias playas y sus escarpados acantilados se convierten en un escenario ideal para una narración de misterio y aventuras. No obstante, el autor no se detiene ahí, en el mero paisaje, sino que mezcla este escenario con la denuncia contra la lacra del narcotráfico.
Lo mejor del libro, sin duda, es su estructura. El autor utiliza una trama en paralelo, que conduce la acción de forma trepidante hasta un final inesperado, lleno de acción y de fantasía. En cuanto a los personajes, todos están bien caracterizados, tanto externa como interiormente, consiguiendo de esta forma que la novela sea más verosímil y creíble. Cabe destacar el enigmático “Señor de las Aguas”, que recorre las páginas de la obra siempre envuelto en un halo de misterio.
En definitiva, una novela sorprendente, llena de intriga y escrita con un estilo cuidado, que no defraudará al lector juvenil.
La novela de Miguel Luis Sancho está ambientada en las míticas costas gallegas. Sus amplias playas y sus escarpados acantilados se convierten en un escenario ideal para una narración de misterio y aventuras. No obstante, el autor no se detiene ahí, en el mero paisaje, sino que mezcla este escenario con la denuncia contra la lacra del narcotráfico.
Lo mejor del libro, sin duda, es su estructura. El autor utiliza una trama en paralelo, que conduce la acción de forma trepidante hasta un final inesperado, lleno de acción y de fantasía. En cuanto a los personajes, todos están bien caracterizados, tanto externa como interiormente, consiguiendo de esta forma que la novela sea más verosímil y creíble. Cabe destacar el enigmático “Señor de las Aguas”, que recorre las páginas de la obra siempre envuelto en un halo de misterio.
En definitiva, una novela sorprendente, llena de intriga y escrita con un estilo cuidado, que no defraudará al lector juvenil.
lunes, 11 de junio de 2012
Se acabó la feria

lunes, 26 de marzo de 2012
Próximante, nuevo libro de Miguel Luis Sancho
La noticia me ha alegrado mucho, Miguel Luis Sancho, autor de literatura juvenil publicará tras ee verano un nuevo libro titulado El señor de las aguas. Yo he tenido la suerte de leerlo ya. Se trata de una historia interesante en la que la realidad y ficción se mezclan de esa forma que muy pocos autores consiguen. No faltan las aventuras, la intriga, el peligro y un barco fantasma, totalmente integrado en el relato. Creo que es una gran novela y que tendrá éxito. Personalmente, me gusta el estilo de Miguel Luis, cercano a lo lírico y cargado de metáforas audaces y visibles, aunque sin desdibujar o dificultar la trama de la historia. Pronto lo veremos en la editorial Palabra, en la colección La Mochila de Astor, serie negra, es decir, para lectores de 12 o más años.
martes, 20 de marzo de 2012
Dos grandes noticias

jueves, 8 de marzo de 2012
El plan lector de la editorial San Pablo. La brújula.

domingo, 11 de diciembre de 2011
Quien vigila tus sueños
Ya sabéis que tenía que cambiar el título a la novela El guardián de los sueños. Finalmente, el título que más nos ha gustado a la editorial Brief y a mí ha sido Quien vigila tus sueños. Espero que os parezca bien. Esta ha sido al eleccción porque una parte interesante de la acción la llevan a cabo las madres de los dos jóvenes protagonistas. Ellas vigilan los sueños de sus hijos, que se han convertido en una auténtica pesadilla en el hospital. Aún no tengo noticias de cuándo será la publicación, pero espero que no se alargue mucho. Ya os iré informando.
miércoles, 2 de noviembre de 2011
El guardián de los sueños tiene editorial

Espero vuestra ayuda.
viernes, 28 de octubre de 2011
Un bosque para tí sola

Aquella tarde de julio en Madrid, el calor insoportable rebotaba en el asfalto y ascendía por el aire creando imágenes borrosas. Un coche negro tipo deportivo escapaba de dejar pegados en el suelo las gomas de sus neumáticos a una velocidad excesiva, confiado en que a esa hora nadie se atreviera a salir a la calle. Pero se equivocaba.
En una carretera estrecha, camino de un parque solitario, marchaba una niña de unos siete años junto con su padre. Ella lloraba con ansiedad. Necesitaba recuperar cuanto antes la muñeca que había perdido por la mañana. Las lágrimas ahogaban de vez en cuando sus gritos molestos.
- No llores más, Alejandra. Enseguida la cogemos y volvemos a casa –dijo su acompañante con impaciencia-. Venga, cruza ya.
La pequeña se había retrasado unos metros y seguía a su padre tan rápido como podía. Fue entonces cuando el coche negro giró en la curva que había antes del paso de cebra. Las ruedas chirriaron. Si Alejandra no se hubiera caído, no habría pasado nada. Tenía tiempo de sobra, pero su rodilla derecha se dobló, como si fuera de cartón. A cámara lenta, el coche arrolló a la niña entre el ruido de un frenazo y los gritos desesperados de su padre. Ella no dijo nada. Solo pudo fijarse en el rostro lleno de terror del conductor. Después, se vio envuelta en cristales que volaban por el aire ardiente del mes de julio junto a su cuerpo dolorido. El color negro se adueñó de su mente.
El padre de Alejandra se quedó inmóvil. Por primera vez no sabía qué hacer. Sus manos se habían agarrotado y su mente ennegrecido. Solo veía el coche que huía cada vez más veloz. Pasó casi un minuto para que buscara el móvil. Sin apenas mirar a su hija, tendida en el suelo, pudo marcar las teclas necesarias para hablar con su mujer.
- ¡Llama a una ambulancia! –le gritaron al otro lado del teléfono tras su explicación entrecortada.
Aquella voz lo despertó y por fin se acercó a su hija. No quería ver la sangre, no quería saber si estaba muerta, no quería nada. Se sentía como un cadáver sin cabeza. Un sentimiento de culpabilidad se agarró a su nuca. Iba a perder la conciencia.
- ¿La ha tocado? –le dijo alguien vestido de blanco.
- No. –Contestó desde su mundo.
- Mejor.
Tras colocar un arnés alrededor del pequeño cuerpo, la subieron a una ambulancia. Alguien le empujó a él dentro de la ambulancia, contra su voluntad. Deseaba salir corriendo, escapar, huir del dolor y de aquellas luces naranjas.
A veces, Alejandra escuchaba entre sueños la sirena. Llevaba un plástico en la nariz y la boca le sabía a sangre. Apenas podía respirar. Pudo ver el rostro de su padre. Le pareció apenas reconocible, como si un montón de años le hubieran caído encima. Lloraba mientras hablaba por el teléfono móvil. Puso la mano sobre su frente. Las luces del interior se diluyeron. Ella perdió el conocimiento de nuevo. Ya no despertaría hasta el día siguiente.
Por un instante, la habitación blanca del hospital le pareció el cielo. Este pensamiento se diluyó al instante cuando sobre su cuerpo se inclinó un hombre con una bata verde. En su cabeza había una especie de gorro del mismo color.
- ¿Puedes oírme, Alejandra?
La niña intentó mover el cuello para asentir, pues la garganta le avisó enseguida de que no podía hablar. Tampoco su cabeza le respondió. Un armazón de hierro que le cubría casi todo el cuerpo impedía cualquier movimiento. Cerró los ojos de forma pausada para dar a entender que allí estaba, sí, que no estaba en el más allá.
Su madre, Esperanza, se asomó y entró en su escaso campo de visión. No quería llorar, pero las lágrimas asaltaron sus mejillas en unos segundos. Se puso la mano en la cara desencajada por el dolor y se quitó de en medio. Un brazo la agarró por los hombros y la apartó.
Alejandra miraba con asombro la escena. Su padre apareció también y le dio un beso en la frente. ¿Dónde estaba su muñeca? No tenía fuerzas para preguntarlo. La niña decidió hacerse la dormida. No soportaba la escena. También sus ojos se humedecieron igual que sus labios cuando bebía de la fuente del colegio.
- ¿No hay ninguna esperanza de que vuelva a andar? –preguntó su padre al médico.
- Creo que no. La vértebra que se ha roto lo hace imposible. Solo un milagro cambiaría la situación- el doctor permaneció un instante en silencio antes de continuar-. Esto es muy duro, pero sepan que ustedes deben mostrarse alegres delante de ella. Si no son capaces, mejor que se salgan de la habitación.
La madre de Alejandra miró a aquel desconocido que de repente aparecía en su vida como alguien importante. Ya nada sería igual, pensó durante un segundo. Decidió irse al pasillo y llorar durante horas. Después, ya no lo haría más. Se hizo esa promesa. Después, sacó de su bolso la última redacción de su hija. La guardaba con mucho cuidado, pues le había encantado. La desdobló y comenzó a leerla en silencio. Prácticamente se la sabía de memoria.
“Mi familia.
Mi nombre es Alejandra, y vivo en una casa estupenda, aunque pequeña. No necesitamos más, pues somos tres. Mi padre, mi madre y yo, que tengo siete años ya. Mi padre es alto, delgado y le gusta jugar conmigo. Tiene el pelo moreno y muchísimo. Lo que pasa es que a veces trabaja en casa con su ordenador. Pone muchos números en fila y como se salte uno se pone muy nervioso y nos manda callar. Mi madre es muy guapa, yo me parezco a ella. Las dos tenemos el pelo rubio y rizado. Nos encanta ponernos delante del espejo, las dos juntas y peinarnos una y otra vez. Ella trabaja, pero menos, así puede llevarme y recogerme del colegio. Me da así tres besos al día. Cuando vamos, cuando volvemos y al irme a acostar. Yo estoy muy contenta de los padres que tengo. Además, casi nunca nos pasan cosas malas. Cuando hay cumpleaños nos reímos mucho y vienen mis abuelos a comer tarta. Se me olvidaba, en mi familia también está mi muñeca de trapo. Duermo con ella y le cuento todo lo que quiero. Ella se llama María.
lunes, 17 de octubre de 2011
La cueva de los Doblones
Esta tarde he dado una vuelta por internet en busca de reseñas de La cueva de los Doblones. Me ha alegrado encontrarlo como libro recomendado del mes en la Revista Digital del Llibre valencià. También hay una reseña, muy amplia en la Revista de Lletres Valencianes nº 29, esta última en valenciano. Lleva algún tiempo en el boletín de Sol nº 19. Ahí podéis dejar vuestras opiniones.
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