Año 1990. S.M. Premio Barco de vapor del año anterior. Una tarde que Gil está comiendo un bocadillo de jamón, aparece en la ventana de su habitación un ejemplar único de mukusuluba. A partir de ese momento, su vida cambia. Por un lado, ya no se siente solo, porque va a tener un amigo que le escucha y le comprende. Pero por otro lado, le surgen muchos problemas para alimentar al mukusuluba: éste sólo come papel y madera. Su apetito es insaciable, lo que le obliga a meterse en muchos líos: se gana unos cuantos castigos, renuncia a su colección de libros y saca malas notas en el colegio. Cuando ya no puede guardar el secreto, presenta al mukusuluba a su familia. Gil descubre que todos los miembros de su familia buscan la compañía del mukusuluba porque se sienten solos. Pero el tiempo que pasan con él, impide que puedan relacionarse entre ellos como una familia normal. Por ello toma la decisión de deshacerse de él, explicándole las razones y escribiendo una nota para que la persona que lo encuentre sepa qué es y qué come. El mukusuluba se va y Gil, a pesar de estar un poco triste por su partida, recupera la tranquilidad.
El libro se hace interesante desde el inicio. Juega con el suspense hasta el final. Todso queremso saber cómo va a salir de aquí el autor. ¿Existen los mukusuluba? ¿Lo verán los demás o solamente él? ¿Es un amigo imaginario? Además durante todo el tiempo, te entra una gran angustia y cuando dejas de leer y ves papel, casi te lanzas a por ello para alimentar al extraño ser.
El final, al igual que en El negocio de papá, queda abierto. Se ha descubierto el problema, no del chico, sino de toda la familia, de todos nosotros. ¿Qué sucede después? Yo creo que acaba bien.
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