Presentación del nuevo libro de Jesús Martínez. El 14 de noviembre presentamos El verano que pasamos en Sevilla. Segundo libro de Jesús Martínez. Tuve el placer de formar parte de la mesa. Os dejo lo que escribí para la ocasión:.
Un nuevo fruto de su esfuerzo. Todos los que escribimos sabemos lo que supone ese trabajo, las horas que hay detrás y los altibajos, porque a veces te falta muy poco para abandonar. Estás a punto de romper con lo hecho, abandonarlo en un cajón o incluso quemarlo. Unas veces crees en lo que haces, otras no. La vida son días continuos, sin ninguno igual. Todos diferentes, distintos, buenos, malos y regulares y así es el proceso de creación, muy parecido a una carretera rompe piernas. Subes y piensas que lo que estás escribiendo es insuperable. Lo lees al día siguiente y dudas de que tú mismo lo hayas escrito, pues no entiendes ni lo que pusiste.
Por eso, publicar un libro se asemeja a un parto de mucho tiempo. Por eso, detrás de una portada, unas letras y una contraportada hay más que esas palabras ordenadas. Todas y cada una de las frases son parte del creador, cada término ha sido elegido, cambiado o tachado una y otra vez. No resulta fácil. Hay más fe que esperanza y sobre todo cariño por los personajes que se crean, a los que deseas una larga vida mientras los mandas al mundo editorial, porque todos ellos llevan algo tuyo, como retazos rotos a jirones de tu imaginación.
Y luego, viene lo más desagradable, la corrección, el trabajo de leer y releer, donde de nuevo surgen las dudas, donde vuelve a aparecer el fantasma del tiempo perdido con el que se lucha de continuo. Nuestro escritor, Jesús, ya lo ha vencido dos veces con La escolanía y el misterio del solista y El Verano que pasamos en Sevilla. Solo él sabe el sudor que hay detrás. Porque ha encontrado dos historias y todas las que lleva en la mochila o llegarán. Todo escritor es un cazador de argumentos, de personajes. Busca en la calle, en las noticias, en todo lo que le rodea. Quizás luego pueda contarnos cómo encontró y dio vida a sus protagonistas.
Conocí a Jesús hace mucho tiempo, cuando hacía sus pinos en la revista Perkeo, nacida aquí, en este colegio. Heredera de otras anteriores como La carreta. De donde han salido ya numerosos escritores en tantos años de trabajo. Un taller literario con muchos años. Siempre hay alumnos que vienen y dedican una hora a hablar sobre sus propios textos de creación. Pocos pueden creer que este milagro suceda cada año. Jesús venía como de soslayo, de pasada, porque no tenía tiempo para más. Aun así, exprimía hasta el último segundo de sus visitas para luego ir a estudiar sus ciencias, que le tenían demasiado ocupado. Después, ha ido por otros caminos, de un sitio para otro, incluso hasta ha volado por el cielo, como el autor de El Principito. Su biografía es la de un escritor que acumula experiencias, que suma situaciones que parecen insustanciales, pero que, en el fondo, van fraguando la propia personalidad y el buen conocimiento de las demás personas que nos rodean, lo cual es indispensable para la escritura.
Esto se aprecia en sus dos libros. Un conocimiento de las relaciones de amistad. Solo hay que ver los caracteres cambiantes de los protagonistas de La escolanía y el misterio del solista. Los chicos intentan resolver el misterio del compañero desaparecido entre discusiones y problemas propios de su edad, vaivenes que demuestran la realidad de cada adolescente. Es un libro interesante, que engancha, y en el que deseas, por un lado, alcanzar el final para resolver la intriga, con ese sentimiento agridulce de que ya no podrás leer más, de que no estarás inmerso en ese ambiente tan conseguido, pues no hay más páginas.
Jesús se merece estos libros, pues los ha trabajado. Los ha ido montando como se monta una difícil maqueta casi real, como lo es la literatura, lleno de pegamento y a veces obligándose a continuar, a levantar la cabeza, con ese tesón e insistencia que tiene nuestro amigo. Superando un horario difícil y también cambiante, con muchos trabajos en uno y siempre con un fondo azul que lo anima, la literatura. Hay una virtud muy necesaria para escribir y esa es la constancia. A él, le sobra a raudales, por eso le esperan grandes éxitos. Escribirá y publicará más libros, aquellos que lleva dentro, porque mire donde mire, un escritor siempre encuentra una historia y muchas vidas a las que despertar.
Muchas
gracias Jesús y a continuar.