Llevo un tiempo con la cabeza en estos asuntos. La presión social que se ejerce sobre los jóvenes y aún niños, sobre todo con el móvil, es digna de comentario. Quien no tiene teléfono de última generación queda fuera del grupo, de las conversaciones. Eres tanto como la categoría de tu aparato y el número de aplicaciones inútiles que tenga. Creía que con la crisis descendería la tecnología, pero no ha sido así. ¿De dónde saca la gente el dinero para mantener el capricho de su hijo? No sé. que conste, como he dicho muchas veces, que no estoy en contra de estos grandes avances. sin embargo, hay que reflexionar sobre la dirección y el uso que se está dando, sobre todo en nuestros descendientes. Poner un móvil en manos de un infante es como dejar una bomba de relojería sin minutero en mitad de un parque. Tienen acceso a información que a veces no es adecuada a su edad. Como ejemplo, las páginas web que fomentan la anorexia. Y qué decir del tiempo perdido.
Con respecto a esto, estoy escribiendo una novela con un título sugerente: Yo soy Pedro y no tengo móvil. A ver si llega a buen puerto. Un día os dejo el primer capítulo. Pronto saldrá también la distopía El clon de la felicidad que escribí hace bastante tiempo. Antes incluso de Los juegos del hambre, para que nadie diga. En ella se reflexiona sobre el futuro tecnológico.
2 comentarios:
El "móvil" es la punta del iceberg de un problema de fondo más serio.
A mí me ha pasado que muchos de mis alumnos no tienen dinero para comprarse un libro de lectura; pero, en cambio, llevan un iphone última generación en el pantalón del chándal.
Lo importante es la tecnología, no quedarse atrás, desfasado o incomunicado...
La cultura,... ¿A quién le importa, además si cuesta dinero?
Cuando tienen un mensaje durante la clase son incapaces de esperar. Algunos están en Facebook, chatean. Mientras duermen, reciben mensajes por la noche y se despiertan con el aviso. Creo que debemos tomar conciencia de la punta del iceberg y del resto.
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