EL MUERTO PROFESIONAL
Su carrera profesional no daba ese salto que siempre había soñado. Por
más pruebas que realizaba, nunca llegaba hasta le final. Siempre había otro al
que cogían para el papel. Estaba desesperado, pero como decían en las películas
motivacionales que tanto le gustaban, “querer es poder”.” Si cierras los ojos y
aprietas muy, muy fuerte, cuando los abras, lo habrás conseguido”. “Todo lo que
desees, lo conseguirás, si lo deseas con mucha fuerza”. Aquello le movía a
seguir intentándolo con todas sus fuerzas. Estaba solo en la vida, pues el afán
por su carrera le había llevado a aislarse de todo el mundo, para que nada ni
nadie lo entretuviera en sus ansias de triunfo.
Por fin llegó el momento deseado y se le abrió una puerta. No muy grande,
pero el dio acceso a los estudios de rodaje. Allí, por fin, vio en directo las
cámaras, los focos, a los actores tan conocidos por él, al director de
producción, al director, a los electricistas, a los maquiladores. Estos últimos
se encargaron de prepararle. Le tumbaron en una camilla, con una toalla como
vestimenta. Fueron dos largas horas en las que aguantó estoicamente mientras le
pintaban de blanco color muerte. Después varias heridas rojas en el cuerpo, así
como golpes azules, morados, violetas. Después en la cara le pusieron un
líquido rojo mezclado con otro gris que escapaba desde su cuero cabelludo.
- Ya está. Ahora, cuando empiecen a rodar, debes dejar de respirar. Serán
un par de minutos mientras los protagonistas te observan.
Estaba muy nervioso, pero no les defraudaría. Aguantó la respiración.
Todo iba bien hasta que le empezó a picar la nariz.
- Corten. Se ha movido el cadáver. Maldita sea.
Le picaba la nariz como nunca y movió un poco la mejilla en busca de
alivio. No pasó desapercibido para el script. Debía velar porque todo fuera
bien.
- Estos aficionados. Otra vez a repetir.
La protagonista lo dijo con verdadero desprecio. El cadáver se vio
afectado, pero no protestó. Se rascó la nariz y dio permiso para que comenzaran
de nuevo a rodar.
Esta vez aguantó el minuto cuarenta segundos sin moverse, incluso cuando
le tocaron con un bisturí para abrirle una herida de la cabeza, perfectamente
dibujada y cortoneada con un plástico que imitaba perfectamente a la piel.
- Muy bien. Vale la toma -gritó el director.
Todos los actores de la escena se alejaron de él. El encargado del pago
le dio un cheque.
- Ahí tienes, ya puedes ir a lavarte.
Tuvo que coger el autobús con todo aquel maquillaje encima y fue muy
desagradable, sobre todo para los demás compañeros de viaje, pero iba feliz. Su
primer papel. A partir de ahí comenzaría su carrera meteórica. Se convirtió en
experto muerto. Ensayaba horas y horas quieto, aguantando la respiración todo
lo que podía. Fue a cursos de submarinismo. Se hizo un experto como estatua
viviente de color del bronce. Ni siquiera se movía cuando le daban monedas.
Consiguió permanecer horas y horas sin rascarse. Batió el récord nacional de
apnea. Lo dejó en siete minutos y medio.
- Llamad al cadáver. Ya está lista la morgue.
Lo sacaron de la cámara frigorífica y, ayudados con la sábana que tenía
debajo, lo levantaron entre dos para colocarlo en la camilla. Esta vez la
escena iba a durar. Le habían avisado. Unos siete minutos sin cortes. Llegaron
los actores. Discutían, como marcaba el guion.
Tres minutos. El médico forense esperaba que dejaron de hacerlo para dar
una larga explicación de las causas de la muerte. La cara del cuerpo estaba
irreconocible bajo una gran manta de maquillaje, más que nunca. Cuatro minutos.
Hacía un calor ya ligeramente insoportable cuando encendieron el foco sobre él.
La temperatura ascendió. Una gota de sudor corrió por la sien. No se notaba.
Cinco minutos. Esta vez no había cogido bien el aire dentro de la cámara
frigorífica y comenzaba a fallarle. Seis minutos. No podía más. Su reloj mental
le avisaba de que quedaba poco. Le tocaron con un bisturí. Siete minutos. Cerró
los ojos con más fuerza, sin que se notase. Deseó con todas sus energías que
aquello acabara. Ocho minutos.
- Corten. Esto se ha alargado mucho. Repetiremos. Colocad al figurante en
la cámara de nuevo.
Lo levantaron, ya nadie lo apreció. Aquel muerto estaba muy muerto. En la
segunda toma hizo el papel más realista de su vida ya acabada.
- Felicidades, pareces un muerto de verdad -le dijo el director.
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